De vago a director de la desaparecida Compañía de Danza Clásica del Estado de Yucatán es la vida del bailarín y director Emmanuel Gutiérrez Lizama.
Él relató que la danza lo encontró y cambió su vida con el paso de los años, como lo puede hacer cualquier manifestación artística con las personas.
Emmanuel comenzó a bailar a los 19 años de edad y a tomar clases en forma a los 20 años.
Este 2023 cumple precisamente 20 años de trayectoria en el mundo de la danza.
“Antes de entrar al mundo de la danza, la verdad era un vago”, confesó.
Esa fue la principal inquietud por la cual generamos la sociedad civil cultural Geymc, porque la danza me saca de las calles, de los vicios, de los golpes y deposita en mí una nueva manera de ver la vida, contó.
—Me quedé en el centro de la ciudad porque me quedaba más cerca del espacio donde tomaba clases y realmente antes no hacía nada más que pelearme en las calles.
Eduel Cetina es el primer maestro que lo acercó a la danza en un montaje de 15 años, en el cual no quería participar porque antes había un prejuicio de que la danza no era una actividad para hombres o que “era para gays”, aparte que Emmanuel venía de una familia de papá ferrocarrilero, un trabajo realizado de generación en generación.
Entonces llegó al primer ensayo, narró. Me encuentro con una persona enteramente heterosexual que toma clases en Bellas Artes y descubro que lo que dicen de la danza no era cierto, empiezo a interiorizarme porque dije: “si esto es mentira, todo lo demás también debe ser mentira”.
—Soy una persona muy curiosa que se introdujo y empezó a ver qué realmente era (el baile) y quedé fascinado, enamorado de la cultura y la danza.
Capacidades
Hoy siendo maestro, Emmanuel dijo que el primer consejo que ofrece a los jóvenes que tienen inquietud por la danza o quieran incursionar en el arte en cualquier ámbito “es que es una oportunidad de conocer hasta dónde puede llegar uno con las capacidades que tiene en el cuerpo, en la mente y en el espíritu”.
Lo que nosotros creemos que podemos ser o logramos hacer no es el máximo, solo el arte y la danza hacen que rebases todos esos límites, apuntó.
Te genera buena salud, buenos hábitos, buenas relaciones, remarcó.
De nuevo remarcó que la danza o cualquier actividad física o artística no tiene que ver con la orientación sexual. “Tengo amigos que son boxeadores y homosexuales”.
—Hay que romper ese tabú y que se den la oportunidad de fortalecer su cuerpo.
Por ello, invitó a los hombres a que no tengan miedo para incursionar en la danza, sino a romper ese miedo tan centrado en México de decir que si bailas eres homosexual, no es cierto.
Y créanme, muchachos, las mujeres más bonitas están en la danza, comentó.
En Yucatán hay pocas compañías que tienen un buen número de bailarines varones. Siempre ha habido un déficit de bailarines.
A su decir, tuvo una temporada en la que bailo como principal en todas las academias de Mérida porque no había bailarines y lamentablemente ahora todos los muchachos que bailan están enfocados a concursos, a bailar un minuto con 20 segundos o dos minutos de coreografía y no una función completa.
La danza, el arte, cambia vidas, afirmó. Cambió la mía y no creo que seré el primero ni el último. Te rescata absolutamente de todo y te deposita en un lugar mejor.
Para él la danza simboliza la vida, “la vida que soñé, la vida que realmente quise tener”.
La vida que tenía antes era una vida que sucedía por situaciones sociales y no por lo que yo quería que fuera.
La danza depositó una familia nueva en mí, conocimientos que nunca creí tener en la vida, depositó estudios también porque estudié Educación Física. La danza para mí lo es todo.
—Siempre les digo a mis alumnos que algún día me verán subir las escaleras con bastón y agarrado del brazo de una persona más fuerte, siempre les digo que no importa cuánta edad tenga, nunca voy a perder la energía en las clases.— CLAUDIA SIERRA MEDINA